Aunque no contamos aún con información de primera mano, lo que hemos podido constatar en las diferentes ediciones de los periódicos españoles (y también con suma frivolidad en el Telediario de ayer de TVE) es que la adopción de las urnas electrónicas en Francia ha acarreado no pocos problemas. Los comentarios publicados hacen referencia a una demora muy significativa en el proceso de votación, especialmente entre los votantes de mayor edad, así como algunos problemas logísticos vinculados al suministro de energía eléctrica.
No obstante lo más significativo -y que ha motivado no pocas críticas en el vecino país- es la decisión de no exigir que las urnas electrónicas emitan un recibo de papel en el que el votante pueda validar su voto y que, posteriormente, pueda ser empleado para la realización de una auditoría para comprobar la congruencia de los votos emitidos.