dijous, 6 de març del 2008

¿Ciberfronteras?


Una de las ansias que la humanidad ha tenido, tiene y tendrá es la de controlar todo lo que concierne a la vida humana. Controlar el tiempo, controlar el clima, controlar las relaciones sociales, absolutamente todo y, obviamente, los procesos electorales no son ajenos a este deseo de control. Hace unos años, en Francia, apareció un debate especialmente relevante en los términos de esta pretensión humana de ejercer el control de los elementos más allá de las nuevas posibilidades que ofrecen las TICs. El debate se suscitó cuando una publicación belga (si no me falla la memoria, que es posible) publicó en su versión digital sondeos electorales durante el período en que en el país galo la legislación del ramo prohibía su difusión.

Ni que decir tiene que inmediatamente algunos de los mass-media tradicionales ofrecieron en sus informaciones dichos datos, por lo que la polémica estalló en grandes proporciones. ¿Pueden los medios reflejar, como informaciones, datos como los citados generados y hechos públicos fuera de la jurisdicción del estado? La difusión de estos datos en el extranjero, ¿atenta realmente contra las condiciones de la competencia electoral?... y así podríamos seguir.
El caso es que esta experiencia, paradigmática en lo que al impacto de las TICs en el proceso político se refiere, puede enfrentarse desde dos grandes posiciones: aquella que persiste en el intento de poner barreras al campo, al cibercampo en este caso (tarea árdua e imposible donde las haya), y aquella que asume la inevitabilidad de los cambios que conlleva la creciente presencia y relevancia de las TICs, de forma que pasan a suprimirse o modificarse aquellas normas jurídicas que, por obsoletas, no responden ya a la voluntad (ni al contexto) con la que fueron adoptadas.
Pues bien, esta situación acaba de presentarse en toda su intensidad en la actual campaña electoral española. La filial andorrana de El Periódico ha lanzado un órdago a la actual prohibición de difusión de sondeos vigente durante la última semana de la campaña electoral. [Editorial de El Periódico] Además del debate jurídico-político que ello supondrá (y que esperemos que concluya con la reforma de las disposiciones de la LOREG al respecto y del resto de ordenamientos jurídico-electorales autonómicos) lo cierto es que se convierte en una excelente oportunidad para reflexionar sobre el calado real de las TICs en los procesos políticos. Una posible pregunta sería, ¿estamos realmente dispuestos a aceptar las nuevas realidades que acompañan la implementación de las TICs? La respuesta deberá tener, obviamente, un fuerte contenido de coherencia entre lo que se diga y lo que se haga, ¿o no?

2 comentaris:

snowroses ha dit...

We're have elections season in Malaysia now too. That's a great idea to have e-voting!

Anònim ha dit...

En un mundo en que las élites políticas patrocinan el paradójico y doble juego de afianzar a la vez que minorizar la influencia de la Sociedad de la Información y el Conocimiento en las democracias, apoyo y comparto con usted la apremiante tarea de avanzar en un marco legal que garantice el derecho a la libertad de expresión acorde a la realidad de los tiempos, menos burocratizado y libre de criterios políticos. No obstante, creo que para ello es necesario que no sólo los legisladores, sino el propio ciudadano denuncie y se comprometa a reflejar esas barreras a la información, a través de "esos nuevos medios de comunicación que se reciben y se producen individualmente" (como diría el profesor Manuel Castells), es decir, mediante los blogs, cuya capacidad de asociación, movilización y militancia política, ya se ha visto reflejada en otros ámbitos, y que estoy segura, pueden llevar a la creación de un verdadero frente de presión.
En Colombia, país del que soy originaria, ejercer el derecho a la libertad de expresión es exponerse a una continua cadena de amenazas. La concentración de la propiedad de los medios de comunicación en manos del Estado, sumada al conflicto armado, complica enormemente el trabajo de los periodistas. Desconozco cuál será el estado de la libertad de expresión en Internet en el contexto colombiano en este momento, pero de todas formas creo que esta polémica tiene una relevancia enorme a la luz de las democracias latinoamericanas y debemos seguir buscando nuevos caminos que desde la virtualidad nos induzcan al contrapoder. Gracias por su post,
Doria Andrea Bermeo Martínez
Alumna del Máster en SIC
Becaria UOC/IN3